domingo, 19 de agosto de 2012

Te echo de menos ¿Sabes? Sé que fue culpa mía. Yo fui la que se empeñó en creer que lo que tenías la última semana eran mimos; que solo comías golosinas por capricho. Después vinieron los vómitos. Creo que solo quería convencerme a mí misma. Y te fallé. A penas estuve contigo esos últimos días. Los pasaste sola, en la tierra. Puñetero embarazo psicológico.
todavía te quiero y estoy empezando a olvidarte. No me acuerdo de tu tamaño exacto. Sé que sentada cabías perfectamente bajo el hueco de mi brazo. Encajabas. Ni de tus ojos. Recuerdo la sensación cálida de acariciarte tras la oreja, porque en el lomo te dolía. Tenías la piel mal. Tu rostro cuando descansabas en la escalera, y yo acercaba el mío al tuyo y sacabas la lengua perezosamente.
No quiero pensar en el dolor que debiste soportar, porque cuando te pusieron el analgésico en una de esas veces en las que te hinchaste, volvía a ver a la Trufa del principio. Los ojos te brillaban de esa manera.Y entré en casa y bajaste los escalones y llegaste corriendo hacia mí. Y me seguiste durante el resto de la noche. Luego volviste a empeorar.
Lamento demasiado el tiempo que perdí. Esos años en los que no te hice ni maldito caso. Mi egoísmo al no sacarte a pasear. Y aún así me querías. Me gustaría volver atrás en el tiempo, para quererte como es debido, pero no puedo. Tampoco estuve contigo esa noche, y cuando desperté al día siguiente pensé que había salido bien porque no habían llamado. Me equivoqué en las dos cosas. En realidad me sentía intranquila en el fondo, sabía que algo iba mal. Ya por la noche pensé que sería la última. Estoy gafada. Tal vez si hubiera sido positiva te habrías salvado. Con un pinchazo diario de por vida, y una operación por un bulto en las mamas pendiente. Tendría que haberte esterilizado hacía tiempo. Todo se podría haber evitado. Pero no lo hice. No sé cómo he podido plantearme ser veterinaria. Soy horrible.
Cuando te vi y te toqué por última vez parecías en paz. Estabas sucia, por la tierra. Lo siento también por eso. Estabas fría. Una parte de mía creía que escarbarías hacia arriba y estarías otra vez a mi lado. Más bien lo deseaba. Ver cómo te echaban la primera palada encima fue horrible. La confirmación de todo. Te quiero.
Me acuerdo de ser pequeña y que mami dijera: -¡Helena! ¡Sal y ponle agua y comida al perro, que llevas tres días sin verlo y el animalito te está esperando!- Creo que también llevabas un día sin comer. Me dio igual. No recuerdo muy bien, pero creo que cedí de mala gana. Y aún así me querías. Aún así movías la cola al verme.
Y aquella vez que estando contigo en las escaleras noté que tenías algo negro en el pecho. Te quité el collar y tenías una llaga. Habías crecido y el collar se te había incrustado ¿Qué clase de dueño deja que pase eso?
Alfredo te llamaba bombona porque no tenías cuello, y yo me enfadaba.
Dejaste el jardín sin césped. Cómo te gustaba escarbar.
Y aquella vez en la que te estaba paseando con Ana, me asomé a ver el mar, y tú hiciste lo mismo, como queriendo ver qué me interesaba tanto.
Y otra en la que te enredaste en mis pies y me tiraste a los arbustos con pinchos del camino.
Y cuando te escapaste, salí a buscarte y cuando me quise dar cuenta la gente estaba mirando porque yo gritaba tu nombre y Ana y tú venían detrás corriendo, ella gritando mi nombre a grito pelado.
Ya en las últimas cuando salimos a pasear y andabas muy raro, nos preocupabas. Luego te sacudiste una pata y calló una piña que se te había incrustado. Nos reímos de puro alivio.
Cuando te teníamos que hacer la cura en la piel de las almohadillas, que tenías irritada. Te llamamos, y como sabías lo que te esperaba, nos miraste, te levantaste, y te alejaste aún mirándonos.
También tenías cosas que merecerían tener tu nombre para llamarlas. Como ese afán tuyo por la basura orgánica y la del baño. Siento haberme enfadado contigo, porque fue tiempo perdido.
Acaba de venirme a la memoria cuando el chow-chow intentó montarte. :)
Guardo tu pelota, la última que tuviste La única que te compramos. El resto era de tenis (hay que ver cómo las despelusabas) o saltarinas. Esas te las comías. Y tu gusto por la plastilina.
Sé que tu instinto no es culpa tuya. La raza de tu padre, Teckel, era usada para cazar conejos; y la de tu madre; Beagle, para cazar zorros. Buena mezcla, ¿eh?
Lo que más me molesta de todo es no recordar con nitidez tu ladrido, ni tu color.
Poco después de irte, creí oír tus patitas golpeando en el suelo de la cocina. Fui corriendo para ver si estabas. Obviamente, no.
También sé que el Beagle y el Teckel son de las razas más propensas a la obesidad y a la diabetes. Si es que lo tenías todo.
Me gustaría tocarte de nuevo aunque fuera 2 minutos al año. Me bastaría.
Ahora estarás descomponiéndote, junto al bueno de Timmy (Timón) y Lulú. E Iker, mi pájaro favorito, el menos miedoso y más cotilla. Uno más de mis fracasos en el mundo animal. Deberían prohibirme tener animales. Como a Pichí, y aquellos pobres caracoles. Odio la idea.
De vez en cuando lloro. Hace tiempo que necesito desahogarme, y tal vez esto sirva. Me da igual cómo esté redactado.
Espero de veras que me llamen del conservatorio, porque el tiempo que desperdicié tocando el piano a tu lado; cosa que ni siquiera te gustaba, tiene que servir para algo. Es mi forma de no sentirme tan mal. Después lo pienso y no sé cómo voy a compaginarlo todo, pero tengo que hacerlo.
Alucino cuando pienso en el tiempo que perdemos estudiando cosas que se olvida y que se podría a provechar para estar con los tuyos. Sigues siendo de los míos.
Tal vez la peor forma de perder el tiempo es estar enfadado.
Acaban de terminar los juegos y me aterra pensar que la próxima vez que se celebren habrán pasado 4 años ¿Seguiré dedicándote algún pensamiento para entonces? Suena cursi, pero lucharé por que así sea.
Una vez cuando eras pequeña y una de tus mayores aficiones era morderme las bragas, te dormiste a lo largo de mis piernas. Es la única referencia de tu tamaño cuando cachorro. También me jode no recordar eso. No hay fotos.
Quiero hacerlo bien con Pipo. Te gustaría esa bola de dar mordiscos, lo sabrías poner en su sitio.
Hay demasiadas cosas que me gustaría escribir para poder recordar. Más bien para no olvidar. Abuela está empezando a perder la memoria, y tía Carmela está fatal. Con el historial familiar, soy candidata a que me pase lo mismo, y mami también. Espero que la cura se encuentre pronto. La sensación de todo es horrible, deprimente.
Una vez estabas ladrando por la noche y me desperté. Muerta de sueño, fui a hacer que te callaras. Esa noche me pareció mágica. Recuerdo la quietud del ambiente, y tu pelaje. Claro que cuando volví a mi cama, empezaste a ladrar otra vez.
Y esos días en los que te quedaste en mi cama. El primero notñe que subías, pero me hice la dormida. Después te insté a subir yo. Cada vez te cogías más espacio; no entiendo cómo 60cm de largo pueden ocuparse media cama durmiendo. Fue una de las noches en que peor dormí, pero eras tú. Después empezaste a portarte mal. El poder se sube a la cabeza, ¿eh?
Los últimos años fueron los mejores, y los que más engordaste (20 kg), cortesía de abuela. Gracias a Dios que aprendió la lección. Espero que el Alzheimer no la haga olvidar eso, no puedo dejar que le pase lo mismo a Pipo ¿He mencionado ya que te encantaban los espaguetis?
Abuela es capaz de contarme la misma historia 2 veces en 10 minutos, pero quiero empaparme de lo que me dice. Bebe mucho más café que antes.
Tú no subías al sillón si no tenías un hueco para ti sola. Si hubieras sido humana, dirigirías una empresa grande. También odiabas el agua. Preferías hacer pis en casa antes que mojarte las patas en el suelo húmedo por la lluvia. Mejor no recordar tus baños, solo estabas quieta cuando te manoseábamos para enjabonarte. Sabías lo que querías, sí señor.
Cuánta agua bebiste los últimos días. Todo empezó a ir raro cuando volvimos a pasearte, no recuerdo si en Agosto o cuando empezaron las clases. Ya no aguantabas tanto caminando. Primer síntoma que no supe ver.
Lo siento. Y te quiero. Siempre.